En memoria de Sergio González Rodríguez
En 2002, el autor de “Huesos en el desierto”, Sergio González Rodríguez, describió una “urbe” donde la violencia contra las mujeres era común: liberdad para violar, torturar y matar jóvenes; policías encubriendo o siendo cómplices de los asesinos; falsificación de pruebas y amenazas contra quienes denunciaban. Este panorama era real, excepto por el aspecto “perfecto” del horror.
Rodríguez se refería entonces a Ciudad Juárez, donde en 2001 ocurrieron hallazgos macabros de ocho cadáveres de mujeres y donde la adolescente Lilia Alejandra García Andrade fue desaparecida, torturada sexualmente y asesinada. Este caso, aún impune, llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) gracias al empeño de su madre, Norma Andrade.
La audiencia ante la CIDH
En la audiencia del 26 de marzo, Norma testificó acerca del crimen que destruyó su familia y la obligó a cambiar su proyecto de vida. El feminicidio de Lilia Alejandra dejó huérfanos a dos niños, contribuyó en la muerte por cáncer del abuelo de los niños y convirtió a Norma en defensora de los derechos humanos.
Anomalías y negligencia
La persistencia de anomalías, fallas en la investigación y negligencia criminal por parte del Estado han configurado un patrón de injusticia. A 16 años del Caso Campo Algodonero (CoIDH, 2009), la justicia sigue pendiente para Norma y miles de familias afectadas.
Impacto en la vida familiar
Norma y sus abogados evidenciaron el brutal impacto del feminicidio en la vida familiar. Los nietos de Norma sufrieron dos atentados contra su vida, vivieron un desplazamiento forzado y experimentaron profundos trastornos psicológicos.
Exposición a amenazas
La violencia criminal contra las madres buscadoras no es excepción. Norma, al igual que otras madres en todo el país, ha sido estigmatizada, ignorada por autoridades y expuesta a amenazas y intentos de asesinato. La indiferencia gubernamental agrava la vulnerabilidad y dolor de miles de familias resquebrajadas por el feminicidio.
El México actual
La violencia criminal e institucional, la impunidad y la misoginia han convertido a México en un país con once mujeres asesinadas al día, más de 125,000 desapariciones y 70,000 restos óseos sin identificar. El gobierno presume avances legislativos pero protege a impunes y corrupciones.