El problema de la población canina en México
En México, los perros son parte del paisaje urbano tanto como los puestos de tacos o los semáforos que no funcionan. Pero a diferencia de los primeros, su presencia muchas veces no es motivo de orgullo sino de preocupación. El país tiene uno de los índices más altos de perros en situación de calle en América Latina. Se estima que hay más de 28 millones de perros en el país, y al menos el 70% de ellos vive en la calle. Esto no solo representa un problema de salud pública y bienestar animal, sino también un espejo incómodo de nuestra relación con estos seres que, según se dice, son “el mejor amigo del hombre”.
El problema en cifras
La cifra es brutal: alrededor de 20 millones de perros viven en condiciones de abandono. Algunos nacieron en la calle, otros fueron abandonados, otros más simplemente se perdieron y nadie los buscó. Mientras tanto, las campañas de adopción y esterilización, aunque valiosas, no alcanzan para frenar el problema. La crianza irresponsable y la falta de educación sobre la posesión animal perpetúan el círculo vicioso.
Los costos de tener un perro
Mantener un perro no es barato, y tal vez por eso algunos dueños toman decisiones irresponsables. Solo en alimentación, un perro de tamaño mediano puede representar un gasto de entre 800 y 1,500 pesos mensuales, dependiendo de la marca del alimento. A eso hay que sumar visitas veterinarias, vacunas, desparasitación, productos de higiene y, en algunos casos, entrenamientos o guarderías. Es fácil que la cuenta suba a más de 10 mil pesos al año, y eso sin contar emergencias. Tener un perro no debería ser un lujo, pero tampoco una decisión tomada a la ligera.
Los beneficios emocionales de tener un perro
A pesar de los retos, los beneficios emocionales y psicológicos de tener un perro son innegables. En un país donde los índices de ansiedad, depresión y soledad van en aumento —sobre todo en zonas urbanas—, los perros se han convertido en auténticos salvavidas emocionales. Diversos estudios han demostrado que convivir con un perro reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y favorece la liberación de oxitocina, asociada con el apego y el bienestar. En otras palabras, un perro puede mejorar tu salud mental, ayudarte a mantener rutinas, fomentar la actividad física y darte compañía incondicional.
El rol social de los perros callejeros
En ciudades cada vez más hostiles, donde la inseguridad y el aislamiento son parte de la vida diaria, los perros callejeros cumplen una función social que pocas veces se reconoce. No son solo mascotas: son confidentes, guardianes, pretextos para salir al parque, puentes entre desconocidos. En hogares unipersonales, en adultos mayores, en niños con trastornos del espectro autista o en personas que atraviesan duelos, los perros no son accesorios: son compañía real.
¿Cómo explicar esta paradoja?
Por un lado, millones de perros callejeros, maltratados o ignorados. Por otro, millones de personas que se benefician profundamente del vínculo con un perro. La respuesta está en la cultura de la posesión responsable, algo que aún no hemos terminado de construir. Adoptar no debería ser un acto heroico sino la norma. Esterilizar debería ser obligatorio, no una sugerencia. Las campañas de concientización deben ir más allá de redes sociales y llegar a escuelas, colonias, comunidades.
Acciones que pueden realizar los gobiernos
- Crear centros de atención animal con personal capacitado.
- Implementar políticas de control de la población canina, incluyendo incentivos para la esterilización.
- Fomentar la adopción responsable de perros y gatos.
- Promover campañas educativas sobre el cuidado animal en escuelas y comunidades.