El Misterio de las Pseudopalabras
En la literatura, a menudo encontramos palabras que parecen existir pero en realidad no forman parte del vocabulario de un idioma. Estas “pseudopalabras” –como *cronopio*, *mancuspia* o *ambonio*– son inventadas por los autores, pero a pesar de su inexistencia formal, pueden evocar imágenes y sensaciones en la mente del lector. Pero, ¿qué ocurre cuando nos encontramos con estas palabras inventadas y las leemos? El cerebro humano responde de manera sorprendente, demostrando que la capacidad para crear significado va mucho más allá de las palabras reales.
El Cerebro y la Creación de Significado
Nuestro cerebro está diseñado para detectar patrones y regularidades. Cuando leemos, es especialmente hábil para identificar estas regularasidad, incluso cuando se trata de palabras inventadas. Esto se debe a que el cerebro tiende a asociar las pseudopalabras con palabras reales, especialmente si estas últimas son similares visualmente o fonéticamente. Por ejemplo, es más fácil confundir *cholocate* con *chocolate*, o *drocedario* con *dromedario*.
Pero la capacidad para crear significado no se limita a la similitud visual o fonética. El cerebro también puede atribuir significados emocionales a las pseudopalabras, especialmente si estas últimas se asocian con expresiones faciales de emoción, sonidos agradables o desagradables. Pasado un tiempo, la lectura de estas palabras inventadas puede evocar emociones similares a las de los estímulos con los que fueron asociadas.
El Efecto Bouba/Kiki: Sonido y Forma
Este fenómeno se extiende más allá de las palabras. El efecto bouba/kiki demuestra que tendemos a asociar los sonidos con formas específicas. Los sonidos agudos, como *kiki* o *takete*, se asocian con formas puntiagudas, mientras que los sonidos suaves, como *bouba* o *maluma*, se asocian con formas redondeadas. Esta conexión parece estar arraigada en nuestra percepción y está influenciada por factores como la textura de los objetos que tocamos.
El cerebro parece estar preparado para establecer estas asociaciones, utilizando áreas como la corteza auditiva y la corteza visual, junto con regiones relacionadas con el lenguaje.
Pseudopalabras que Evocan Emoción
El cerebro también puede atribuir significados emocionales a las pseudopalabras. Pasado un tiempo, la lectura de estas palabras inventadas puede evocar emociones similares a las de los estímulos con los que fueron asociadas.
El efecto de las pseudopalabras se ve reforzado por la asociación entre el contenido emocional de la palabra original y cómo procesamos las palabras inventadas. Pasado un tiempo, será más fácil identificar *drocedario* como pseudopalabra que *irtus*, ya que la palabra original contiene un significado emocional.
El Jabberwocky: Un Ejemplo Clásico
Como Lewis Carroll, autor de *Jabberwocky*, era consciente de esto cuando hizo que Alicia se enfrentase a un singular personaje en su poema: *“Era la asarvespertina, y los flexilimos toves giroscaban y taladraban en la loma…”*. A cualquier lector le costará un esfuerzo adicional entender lo que dice.
En conclusión, las pseudopalabras no son solo una mera cadena de letras. Demuestran que el cerebro humano tiene la capacidad asombrosa para crear significado a partir de lo desconocido, y que las palabras inventadas pueden evocar imágenes, sensaciones y emociones.