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Web Editor

El Arte de Delegar: Un Cambio Necesario en el Liderazgo Mexicano

Cambio de Mentalidad para Líderes Mexicanos

En mi trabajo como coach ejecutivo, las frases que más escucho de los líderes mexicanos son aquellas que revelan una gran área de oportunidad —y un potencial enorme— para transformar la manera en que lideramos, hacemos crecer a nuestros equipos y a nuestras organizaciones. “Es que, si lo hago yo, sale más rápido”, “no tengo tiempo para explicar”, “la última vez que delegué, lo hicieron mal”, “mi equipo no está listo”, “mejor lo hago yo y evito problemas”. Estas frases, aunque aparentemente inocuas, revelan una barrera fundamental: la dificultad para delegar.

Delegar no es simplemente repartir trabajo ni dar órdenes disfrazadas de colaboración. Es un proceso intencional, estratégico y relacional. Delegar significa transferir la responsabilidad de una tarea, proyecto o decisión a otra persona, otorgándole los recursos, la autoridad, el contexto y la confianza para actuar autónomamente, mientras se mantiene la rendición de cuentas sobre el resultado final. No es soltar y desentenderse; es acompañar desde un rol distinto: menos ejecutor, más habilitador.

Pero hay algo más profundo. El verdadero freno para delegar no está en la agenda, ni en la estructura. Está en la mente del líder. Delegar exige un cambio de mindset: pasar de la lógica del control (“yo tengo que hacerlo”) a la de la confianza (“otro puede hacerlo igual o mejor”).

Este mindset que impide delegar, suele estar alimentado por tres ideas fundamentales:

  1. La desconfianza aprendida: “Nadie lo va a hacer como yo”.
  2. El miedo al error: “Si lo hacen mal, el que queda mal soy yo”.
  3. La amenaza al ego: “¿Y si lo hacen mejor que yo?”.

Panorama en México

Y eso —en México, y en muchos otros lugares— es un reto existencial, emocional y cultural. Estudios internacionales demuestran que los líderes mexicanos delegan menos que sus contrapartes globales, lo cual representa una desventaja en un entorno que exige agilidad, innovación y empoderamiento.

El estudio GLOBE de cultura, liderazgo y organizaciones, ubicó a México en el lugar 59 de 61 países en liderazgo participativo, reflejando una baja inclinación a involucrar a otros en la toma de decisiones.

Mientras que para la London Business School, el 30% de los directivos globales cree que delega bien, (y solo un tercio de ellos reciben valoración positiva de su equipo sobre su desempeño en esa habilidad), en México esta cifra probablemente es menor. Según Hofstede, nuestro país tiene uno de los puntajes más altos en distancia al poder y aversión a la incertidumbre. Eso significa que el jefe es quien decide, valida y corrige. Delegar en ese entorno puede sentirse como debilidad.

El estudio más reciente de Hogan sobre ejecutivos mexicanos apuntala esta visión: nuestros líderes tienden a valorar la tradición, la conformidad y la seguridad, mucho más que la autonomía o la innovación, lo que indica una preferencia por el control y la predictibilidad antes que por la autonomía del equipo. Así se refuerza la creencia donde el control no solo es hábito: es identidad.

El Costo de No Delegar

El resultado es claro: menos innovación, menos productividad y más presión para los directivos. Y la evidencia del impacto es contundente: según DDI, los líderes que no delegan tienen 70% más probabilidades de experimentar burnout. Sus equipos pierden hasta 4 veces en creatividad y rinden 2.2 veces menos. Todo por no soltar.

En cambio, las organizaciones que delegan bien logran mejoras de hasta 30 % en innovación y eficiencia, según Gartner y Mercer.

Finalmente, en un estudio de Gallup, los directivos con alta capacidad para delegar mostraron un crecimiento promedio de 112 puntos porcentuales más que aquellos con bajo talento para delegar— y generaron un 33 % más de ingresos que sus pares menos efectivos.

Si la evidencia es tan abrumadora, entonces, ¿por qué no delegar? Porque cambiar el mindset duele.

Pero, como escribe Stephen M.R. Covey en su libro Confía e Inspira: “El estilo Comando y Control ya no funciona. Hoy los líderes inspiran confianza, y al hacerlo, desarrollan y liberan la grandeza de cada persona”. Para él, las tres responsabilidades del líder que confía e inspira son: Modelar (quién eres), Confiar (cómo lideras) y finalmente Inspirar (conectar con el porqué).

Casos de Éxito en México

Esto ya lo están viviendo y haciendo algunos líderes mexicanos. En una entrevista con El Economista, Salvador Alva (empresario y expresidente del Tecnológico de Monterrey), comentó: “Si no le das la libertad a todos los individuos y no haces que su trabajo lo puedan reinventar todos los días, esa empresa se va a ir muriendo”. Alva subraya que un liderazgo efectivo requiere otorgar confianza y autonomía a los colaboradores. Explica que los líderes tradicionales tienden a aferrarse al control, pero para fomentar la innovación y el desarrollo del talento es indispensable delegar responsabilidades y permitir que cada persona tenga la libertad de mejorar e innovar en su trabajo diario. De esta manera, el equipo se fortalece y la empresa permanece vigente y competitiva en el futuro.

Arturo Elías Ayub (empresario y líder de opinión, director de Alianzas Estratégicas en América Móvil), en el marco de la publicación de su libro El Negociador, reflexiona sobre la importancia de delegar y confiar en un equipo de trabajo. Utiliza la analogía del tenis (un deporte individual) frente al futbol (un deporte de equipo) para enfatizar que el éxito empresarial ya no depende de esfuerzos individuales sino de delegar responsabilidades y operar como un equipo bien sincronizado. Destaca que, tras la fase inicial de emprender solo, formar un equipo leal, capaz y en quien confiar es esencial para que la empresa funcione y alcance el éxito.

Y tú, ¿por dónde empiezas? Aquí cinco pasos para transformar el mindset de control en uno de liderazgo real:

  1. Define con claridad qué se quiere lograr y por qué importa. No delegues tareas sueltas, delega intención y propósito. En lugar de pedir “haz una presentación del mercado chileno”, di: “Necesito una propuesta clara que nos ayude a decidir si vale la pena entrar a Chile, considerando regulación, competencia, márgenes y barreras de entrada. El objetivo es presentarla en el Comité el lunes”. Así generas foco, compromiso y pensamiento crítico.
  2. Escoge al colaborador según el potencial, no solo la experiencia. A veces, es mejor apostar por quien muestra iniciativa, valores alineados y hambre de crecer. El liderazgo se forma haciendo. Cada vez que delegas correctamente, estás activando un acto potente de desarrollo deliberado.
  3. Asegúrate de dar poder real, no solo trabajo. Delegar sin empoderar es una trampa. No basta con “haz esto”; se necesita acceso a datos clave, autonomía para decidir y cobertura ante riesgos. Dile: “Tienes mi apoyo si decides cambiar la estrategia; solo asegúrate de justificar bien por qué”.
  4. Establece puntos de revisión claros. Define momentos puntuales para revisar avances —por ejemplo, cada miércoles o al cumplir fases críticas— y respétalos. Preguntar todos los días “¿cómo vas?” transmite ansiedad, no confianza. El seguimiento útil se enfoca en decisiones y aprendizajes, no en controlar el proceso. Y no olvides la pregunta clave en este proceso de revisión: “¿Cómo te apoyo?”.
  5. Abraza el error como parte del camino. La delegación madura implica aceptar que pueden cometer errores. Lo importante es aprender rápido, ajustar y seguir. En vez de castigar, pregunta: “¿Qué aprendiste y qué harías distinto?”.

Delegar no es perder el control. Es diseñar control inteligente. Es liberar tiempo, formar líderes y construir organizaciones más resilientes e innovadoras. Pero todo empieza cambiando el mindset del líder: dejar de pensar que “si no lo hago yo, nadie puede”, y empezar a creer que “si no lo hago solo, podemos lograr mucho más”.

Y como dice Covey: “La confianza no se exige, se inspira”. Y tal vez, el mayor acto de liderazgo hoy es atreverse a soltar… y descubrir que los demás también pueden volar, tal vez mejor y mucho más alto.