El Desafío del Emprendimiento para las Mujeres
A pesar de los avances en igualdad, la proporción de mujeres que emprenden sigue siendo menor que la de los hombres en la mayoría de los países. Este estudio profundiza en las razones detrás de esta disparidad, explorando cómo los estereotipos sociales y la propia expresión de género influyen en el camino hacia la creación de un negocio.
¿Qué es el Género y por qué es importante?
Es fundamental distinguir entre sexo (biológico, determinado al nacer) y género. El género se refiere a los roles y características que la sociedad considera apropiados para hombres y mujeres, y es un concepto dinámico que cambia con el tiempo y la cultura. Las personas pueden tener diferentes orientaciones de género, que se refieren a cómo expresan las características asociadas al sexo asignado o no.
Podemos hablar de una persona con expresión de género masculino si tiende a expresar las características que la sociedad considera masculinas. De manera similar, una persona con expresión de género femenino tiende a expresar las características que la sociedad considera femeninas. Algunas personas combinan ambos tipos de características, lo que se denomina expresión de género andrógina. Finalmente, las personas que no expresan de forma significativa ninguno de los dos conjuntos de características se considera con una expresión de género indiferenciada.
El Proceso Emprendedor: Dos Etapas Clave
La teoría de la acción planificada distingue dos etapas en el proceso emprendedor: la cognitiva (o mental) y la de creación. En la etapa cognitiva, se desarrolla la intención emprendedora. Este estudio analiza cómo la expresión de género influye en ambas etapas.
Expresión de Género y la Intención Emprendedora
En la etapa cognitiva, la expresión de género es el factor más importante para determinar si una persona tiene la intención de emprender. Las personas con una expresión asociada al estereotipo masculino tienen más probabilidad de querer emprender que aquellas con una expresión de género asociada al estereotipo femenino. Esto se debe a que las características asociadas al estereotipo masculino (orientadas a la tarea y la acción) se relacionan socialmente con el emprendimiento.
De manera sorprendente, el sexo biológico (ser hombre o mujer) no tiene una relación significativa con la formación de esa intención emprendedora. La predisposición inicial a emprender no depende de si se es hombre o mujer, sino de cómo el potencial emprendedor se percibe a sí mismo.
Creación de la Empresa: El Rol del Sexo Biológico
En la etapa de creación de la empresa, el sexo biológico se vuelve relevante. Los hombres tienen una probabilidad significativamente mayor que las mujeres de actuar para crear la empresa.
Esto se debe a las barreras sociales que imponen los estereotipos prescriptivos asociados al sexo masculino y femenino. Como el estereotipo del emprendedor es masculino, las mujeres no encajan en esa imagen prototípica. Esto puede llevar a que otros agentes clave (como quienes dan financiación, posibles socios o clientes) tengan prejuicios o desconfíen del potencial de las mujeres.
Además, las propias mujeres pueden frenarse a la hora de emprender. Al darse cuenta de que van a encontrar mayores dificultades (por el estereotipo social negativo y la posible falta de apoyo social), deciden no dar los pasos necesarios para crear la empresa.
Conclusión: Rompiendo Barreras
En resumen, este estudio revela que el camino emprendedor es complejo. La expresión de género influye en la intención de emprender, mientras que las expectativas sociales y los estereotipos de género pueden convertirse en barreras reales para el éxito de las mujeres. Para fomentar una mayor participación femenina en el emprendimiento, es fundamental actuar sobre estos estereotipos y crear un entorno más justo e inclusivo, donde la intención y el potencial emprendedor de todas las personas puedan florecer.