El Contexto: Una Historia de Violencia y Pactos Estratégicos
El Salvador se encuentra en una encrucijada. Tras años de violencia, extorsiones y un clima de inseguridad generalizada, el país ha experimentado una notable disminución en los índices de criminalidad. Sin embargo, este éxito se ha logrado a un costo significativo: la erosión de las instituciones democráticas y el establecimiento de una situación que muchos analistas describen como dictatorial. La figura central en este cambio es Nayib Bukele, el actual presidente de El Salvador.
La situación en El Salvador ha sido marcada por una profunda crisis de seguridad. Las maras, las bandas juveniles que controlan el crimen organizado, han sido una fuerza dominante en la violencia del país durante décadas. En un intento por combatir esta amenaza, Bukele llegó a la alcaldía de San Salvador pactando con las maras, ofreciéndoles beneficios y protección a cambio de su cooperación en la lucha contra el crimen. Esta estrategia, aunque inicialmente exitosa en la reducción del delito, sentó las bases para una política de concesiones que debilitaría gradualmente el estado de derecho.
La Reforma Constitucional y la Reelección Indefinida
El presidente Bukele se salió con la suya. El poder legislativo le regaló una reforma constitucional exprés, que le abrió las puertas a la reelección indefinida, amplió el periodo presidencial a seis años y eliminó la segunda vuelta electoral. Esta reforma, impulsada con una rapidez inusual y a pesar de las críticas de la oposición política, representa un cambio fundamental en el sistema político salvadoreño. Se argumentó que era necesario para mantener la estabilidad y evitar la polarización, pero los críticos señalan que socava los principios democráticos y limita la posibilidad de alternancia política.
El Ascenso al Poder: Inspiración en Modelos Autoritarios
Bukele ha sido astuto. Llegó a la alcaldía de San Salvador de la mano de la izquierda radical del FMLN, pactó con las maras para lograr la paz, tomó el control de todos los poderes del estado, se religó y esperó la llegada del presidente Trump para reformar la constitución al estilo Daniel Ortega. Se le ha comparado con figuras como Pinochet y Hugo Chávez, destacando su estilo de liderazgo carismático pero también su disposición a utilizar tácticas que algunos consideran autoritarias. La situación en El Salvador se asemeja, en cierta medida, a la de otros países latinoamericanos donde partidos únicos han consolidado el poder y debilitado las instituciones democráticas.
El “Hombre que Habla con Dios” y la Creación de una Cultura de Autoridad
El Presidente Bukele ha garantizado al pueblo de El Salvador la paz y seguridad que muchos prometieron, pero nadie había podido cumplir. El éxito no fue gratuito, el pueblo sacrificó su democracia y sus libertades a cambio de vivir en paz y sin la extorsión de las maras asesinas. Bukele ha adoptado una retórica que lo posiciona como un líder cercano a la divinidad, afirmando en diversas ocasiones que “habla con Dios” y que es “su instrumento” favorito. Esta postura, combinada con su estilo de liderazgo fuerte y decidido, ha contribuido a crear una cultura de autoridad en torno a su figura.
El Riesgo de la Concentración del Poder y la Amenaza a las Libertades
Era cuestión de tiempo. Bukele ya tenía toda la arquitectura necesaria para establecer una dictadura pura y dura. Revestido con la firmeza de Pinochet y el populismo de Hugo Chávez. El hombre fuerte imprescindible que resuelve un problema para generar uno mayor. La situación en El Salvador se asemeja, en cierta medida, a la de otros países latinoamericanos donde partidos únicos han consolidado el poder y debilitado las instituciones democráticas. El riesgo de la concentración del poder es alto, y existe la preocupación de que se puedan erosionar las libertades civiles y los derechos humanos.
Paralelas con Otros Regímenes Autoritarios
Los nicaragüenses vimos en tiempo real como Ortega se quitó la máscara de paz y reconciliación y comenzó a usar su poder absoluto para matar a más de 350 hombres, mujeres y niños. Nada lo detuvo. Es más, sigue gobernando, incluso encarcelando sacerdotes y obispos. La situación en El Salvador no es un caso aislado, sino parte de una tendencia preocupante en la región. La experiencia de Nicaragua sirve como advertencia sobre los peligros de la concentración del poder y la erosión de las instituciones democráticas.
Conclusión: La Necesidad de Instituciones Fuertes
La reforma constitucional de Bukele y la dictadura familiar de Daniel Ortega, son la metástasis de un cáncer que avanza rápidamente por toda Centroamérica. Un peligro inminente para la democracia, la seguridad y la paz regional. Los caudillos mesiánicos se creen imprescindibles instrumentos de Dios, pero por lo general acaban trabajando para el equipo contrario. Es por eso que El Salvador y Centroamérica no necesitan hombres fuertes, sino instituciones fuertes. Más democracia y menos dictadura.
Preguntas y Respuestas Clave
- ¿Por qué se implementó la reforma constitucional? Para permitir que Bukele gobernara indefinidamente, ampliando su periodo presidencial y eliminando la segunda vuelta electoral.
- ¿Qué se entiende por “paz” en este contexto? Se refiere a la disminución de los índices de criminalidad gracias al pacto con las maras, pero a costa de debilitar el estado de derecho.
- ¿Por qué se compara a Bukele con figuras como Pinochet y Chávez? Se destaca su estilo de liderazgo fuerte, la concentración del poder y el uso de tácticas que algunos consideran autoritarias.
- ¿Cuál es la principal preocupación con respecto a la situación actual en El Salvador? La posibilidad de que se erosionen las libertades civiles y los derechos humanos, y la amenaza a la democracia.
El autor es periodista exiliado, exembajador ante la OEA y exmiembro del Cuerpo de Paz de Noruega (FK). Es exalumno del Seminario de Seguridad y Defensa del National Defense University y el curso de Liderazgo de Harvard.