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La Ciudad de México: Un Legado de Viajeros y Descubrimientos

Un Ciudadano en la Historia Urbana

Tal vez, lector querido, hoy está usted como dice la canción: en el lugar de siempre, en la misma ciudad y con la misma gente. Sin tiempo ni dinero, para visitar tierras ajenas o lejanas y detestando la sola mención de “verano” o “vacaciones”. Pero entérese que no todo está perdido. La Ciudad de México, el territorio que tenemos a nuestros pies, tiene pasado y presente, todavía no lo cuenta todo y más vale considerarla nuestro destino de viaje.

El Legado de los Viajeros

Conocida como Señora del Anáhuac, cuando fue capital del poderoso imperio mexicano, fue después sepultada para siempre bajo los 150 mil pares de botas que Cortés, el Conquistador, trajo consigo desde el otro lado de los mares. Más tarde, el virrey Revillagigedo intentó componer todo el entuerto y empedró las calles que rodeaban la Plaza Mayor, puso faroles en todas las vías y construyó grandes calzadas que sirvieron de paseos y prometieron grandeza.

El tiempo siguió su curso, como siempre, sin detenerse y a principios del siglo XIX, Alejandro de Humboldt, viajero curioso y asombrado, la bautizó como la Ciudad de los Palacios. Carlos Fuentes la llamó alguna vez La región más transparente del aire y poco tiempo después un reporte de las Naciones Unidas, aseguró que era la zona metropolitana más grande del hemisferio occidental y la segunda aglomeración urbana más grande del mundo, después de Tokio.

El Acervo Documental de Luis González Obregón

Fueron muchos los extranjeros que decidieron visitar el Nuevo Mundo, redactaron las primeras notas sobre la ciudad de los siglos XVII, XVIII y XIX y se convirtieron en una suerte de promotores turísticos. También lo fueron algunos mexicanos como Luis González Obregón, nacido en Guanajuato en 1865 y fallecido en 1938, que compiló un gran acervo documental y acabó pintando un insuperable cuadro del bullicio citadino justo en el año en que se gritó la Independencia.

En su increíble libro, México en 1810 escribe:

  • “Más de cuatrocientas calles y callejones tenía entonces la ciudad de México, que ostentaban en las esquinas, y en placas de barro vidriado con negros caracteres del siglo XVIII, los nombres que les habían impuesto; y eso sí, la mayor parte eran anchas, espaciosas y tiradas a cordel.”
  • “Crecido también era el número de carros que diariamente recorrían las calles, incomodando con el ruido infernal de su tráfico, cimbrando los edificios con lo pesado de sus cargas, estropeando el empedrado, y causando no poca alarma a los buenos habitantes.”
  • “Los carros iban tirados por cuatro mulas, colmados de piedras, sacos de harina, tercios de azúcar, barriles de vino o pulque, y más de una porción de vigas (…).”
  • “Los cargadores que transitaban por las calles el bendito año de 1810, conducían en las espaldas, en los hombros y en las manos, pesados tercios, largas y gruesas vigas, y grandes cazuelas de espeso y caliente mole.”
  • “Imaginen al escobero picando con las puntas de los popotes a un distraído transeúnte; al vendedor de sebo untar el rostro de un meditabundo poeta con la pestilente mercancía; al vendedor de asaduras sancochadas, manchar el flameante levitón de un almibarado caballero; a la chimolera, ungir con sus albóndigas o mondongos hirviendo, la mantilla airosa de una señorita.”

El Renacimiento Urbano: Adolfo Dollero y la Ciudad Moderna

Si acaso un agente viajero más actualizado le hace falta, tiene usted razón lector querido. No se preocupe más que existen muchos. Piense que la ciudad es inmensa, el verano aún no termina y para vacacionar basta con abrir un libro.

En el verano de 1910, justo cuando se celebraban las fiestas del Centenario de la Independencia, un italiano llamado Adolfo Dollero llegó a México y convirtió sus notas en el libro México al día, donde relata un novedoso aspecto de la ciudad:

  • “México es un caleidoscopio. A cada momento la escena cambia radicalmente o cuando menos se modifica.”
  • “Después de la cárcel de Belén, sigue una calle muy amplia con graciosas casitas de dos pisos al estilo norteamericano. Es la avenida de los Arcos de Belén.”
  • “En seguida el gran edificio de la Compañía Cigarrera Mexicana, la calle Bucareli y las colonias Juárez y Roma que constituyen los barrios aristocráticos y modernos por excelencia, dignos de la más hermosa ciudad del mundo.”
  • “Allí todas las construcciones son elegantes y de arquitectura muy variada: las calles son amplias, muy limpias y bien pavimentadas y fajas de jardines con arbolitos que denominan truenos corren paralelamente a las banquetas. Reinaba una calma absoluta, solamente interrumpida de vez en cuando por el paso de algún automóvil o de algún coche elegante. Parecía un rinconcito de Europa que hubiera sido trasladado allá por un misterioso poder.”

Preguntas y Respuestas Clave

  • ¿Quién fue Luis González Obregón? Fue un mexicano que recopiló una gran cantidad de información sobre la ciudad de México en el siglo XIX, documentando la vida cotidiana y los desafíos del transporte.
  • ¿Qué describe su libro? Su libro, México en 1810, ofrece un retrato detallado de la ciudad de México en 1810, incluyendo información sobre el tráfico, los cargadores y la vida cotidiana.
  • ¿Qué describe Adolfo Dollero en su libro? En México al día, Dollero describe una ciudad moderna y cosmopolita en 1910, con elementos de arquitectura europea y un ambiente de calma y elegancia.
  • ¿Qué tipo de información se recopiló sobre la ciudad? Se documentaron aspectos como el transporte, los edificios, las costumbres y la vida cotidiana de los habitantes.