Esta es la historia de cómo un editorialista periodístico, que inicialmente se vio involucrado en una colaboración improvisada –un “maquinazo”– dentro del Banco de México, logró construir una perspectiva y un enfoque en su columna que contrastaban con las posturas más confrontacionales de sus predecesores.
El Comienzo Improvizado
Todo comenzó con una recomendación de mi amigo y economista, Juan Díez Canedo, para trabajar en la atención del entonces director general del Banco de México, Miguel Mancera. En ese momento, el diario El Economista estaba siendo lanzado y el saliente, Manuel Suárez Mier, se unía con entusiasmo a la página editorial. Como una forma de demostrar mi capacidad para escribir, me ofrecí para colaborar con algunas notas. Fue un inicio completamente inesperado y, en cierto modo, un “maquinazo” – una colaboración periodística improvisada para cumplir con el compromiso editorial.
La situación era tensa. Miguel Mancera me preguntó sobre la identidad del nuevo editorialista que estaba escribiendo “cosas muy sensatas”. En ese momento, pensé alarmado que mis días como funcionario del Banco de México estaban terminados. Sin embargo, la reacción fue completamente diferente: una carcajada espontánea y la recomendación: “¡Siga por ese buen camino!”. Esta experiencia inicial, aunque improvisada, sentó las bases para mi trayectoria como editorialista.
De la Confrontación a la Competencia Civilizada
Con el paso del tiempo, las cosas han cambiado considerablemente. Después del fallecimiento de Rogelio Cárdenas hijo, se produjo un cambio significativo en el panorama económico y político. Originalmente, mi antecesor, Manuel Suárez Mier, había adoptado una postura de enemistad abierta contra la alternativa de competencia que ofrecía El Financiero. Sin embargo, consideré que era mucho mejor una competencia en términos civilizados, basada en el debate y la argumentación racional, en lugar de confrontaciones ideológicas.
En ese momento, el diario El Economista buscaba impulsar la economía de mercado. Yo tenía plena conciencia del enorme daño que se le había causado a México durante los sexenios de Echeverría y López Portillo, con sus políticas estatistas que obstaculizaron el crecimiento económico y limitaron la libertad individual.
Un Legado de Colaboración y Discusión
Decidí no heredar la postura de enemistad abierta que mi antecesor había adoptado. En lugar de eso, me enfoqué en promover una visión más amplia y constructiva del desarrollo económico. Esto se tradujo en un enfoque que valoraba la competencia sana, el libre mercado y la importancia del debate público como motor de progreso.
Reflexiones Personales
A lo largo de estos años, he experimentado un cierto cansancio y desgaste después de tantos años de brega semanal. Sin embargo, también he conservado un gran cariño personal hacia la institución periodística a la que me separo. En particular, mantengo una relación cercana con el director editorial, Luis Miguel González, y valoro la amistad que hemos construido a lo largo del tiempo. Esta experiencia me ha enseñado la importancia de mantener una perspectiva equilibrada y evitar caer en extremos ideológicos.
Preguntas y Respuestas Clave
- ¿Cómo llegó a ser editorialista? Fue a través de un “maquinazo” – una colaboración periodística improvisada para cumplir con el compromiso editorial.
- ¿Por qué decidió no heredar la postura de enemistad? Consideró que era mejor promover una competencia civilizada y un debate público constructivo.
- ¿Qué lecciones ha aprendido de esta experiencia? Ha valorado la importancia de una perspectiva equilibrada y evitar caer en extremos ideológicos.
- ¿Cómo describiría su enfoque actual como editorialista? Un enfoque que busca promover la economía de mercado y el debate público constructivo.
- ¿Cómo describiría su relación con Luis Miguel González? Una amistad valiosa construida a lo largo de muchos años.