El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) garantiza que la mayoría de las exportaciones mexicanas entren sin aranceles a Estados Unidos, otorgando a México una ventaja frente a otros competidores.
Gracias al tratado, alrededor del 50% de lo que se exporta a Estados Unidos ya cumple con las reglas del T-MEC y no paga aranceles. Además, otro 40% satisface los requisitos de contenido regional sin pagar tarifas.
A pesar de que el anuncio del presidente Trump sobre nuevas tarifas afectó la economía global, México salió bien librado. El T-MEC permanece como un tratado funcional y respetado por Estados Unidos, ofreciendo ventajas en el acceso al mercado estadounidense.
Sin embargo, sectores clave como el acero, el aluminio y los vehículos terminados no están incluidos en las condiciones preferenciales del T-MEC. Estos sectores concentran gran parte de la inversión, el empleo y la integración regional.
El gobierno mexicano logró una estrategia efectiva durante las negociaciones, destacando que el déficit comercial de Estados Unidos con México no se debe a prácticas desleales, sino a la integración estructural construida durante décadas.
Aunque México se encuentra en una posición favorable, es crucial convertir esta coyuntura en una palanca de desarrollo productivo. Esto requiere estrategia, capacidad negociadora y visión de largo plazo.
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