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Inclusión Financiera en México: Un Avance con Matices para las Mujeres

El Auge de los Productos Financieros en México

En 2024, la proporción de hombres y mujeres con al menos un producto financiero –como una cuenta de débito o tarjeta de crédito– alcanzó niveles históricos en México, según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) del INEGI. Si bien este aumento es positivo, la realidad va más allá de simplemente tener una cuenta bancaria. El estudio revela que, si bien la participación en el sistema financiero está creciendo, no se traduce necesariamente en una mayor autonomía económica o bienestar para todos los mexicanos.

La Brecha de Género en la Inclusión Financiera

Si bien se observó un aumento generalizado, los resultados revelan una importante brecha de género. Cerca de cuatro millones de mujeres abrieron una cuenta u obtuvieron una tarjeta bancaria por primera vez en 2024, el doble que los hombres. Este aumento se debe principalmente a la recepción de apoyos gubernamentales, lo que indica una fuerte relación entre los programas sociales y la entrada de las mujeres al sistema financiero.

Grupos Específicos que Acceden a la Inclusión Financiera

Las mujeres que acceden a los productos financieros se dividen en dos grupos principales: jóvenes (entre 20 y 35 años) que están comenzando su vida laboral, y adultas mayores. Estos grupos etarios coinciden con los programas sociales insignia de la cuarta transformación: Jóvenes Construyendo el Futuro, Becas universales y la Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores. Sin embargo, estos grupos enfrentan desafíos similares: muchos carecen de un historial laboral formal y se ven afectados por barreras estructurales que limitan su capacidad para acceder a otros productos financieros.

Desafíos en el Acceso a Productos Financieros

Debido a la limitada entrada y permanencia de las mujeres en el mercado laboral, su acceso al sistema financiero es tardío y a menudo asistido por el gobierno. Esto crea un círculo vicioso donde la integración ocurre de forma tardía y asistida, sin necesariamente conducir a una mayor autonomía económica para ellas o sus familias. La falta de historial laboral formal y las barreras estructurales dificultan el cumplimiento de los requisitos para acceder a créditos, préstamos o títulos de propiedades, que podrían mejorar su calidad de vida, el desarrollo de sus negocios y la estabilidad de sus hogares.

Políticas Públicas para una Inclusión Real

El reto principal es desarrollar políticas públicas que vayan más allá de la simple inclusión financiera. Para las mujeres jóvenes, se debe aprovechar esta primera cuenta como una herramienta que fomente la autonomía financiera, a través de mejorar sus condiciones laborales y reducir la desigualdad en las labores de cuidado. Para las mujeres adultas mayores, el desafío es más complejo y requiere evitar políticas paliativas que, si bien son necesarias en la actualidad, deberían centrarse en la protección de su calidad de vida en la vejez. Es fundamental asegurar que las mujeres puedan acceder a productos financieros de manera sostenible e independiente, sin depender únicamente de programas gubernamentales.

Preguntas y Respuestas Clave

  • ¿Cuál es el principal hallazgo de la ENIF 2024? La proporción de hombres y mujeres con al menos un producto financiero alcanzó niveles históricos.
  • ¿Por qué el número de mujeres que abren cuentas bancarias es mayor que el de hombres? Principalmente debido a la recepción de apoyos gubernamentales a través de los programas sociales.
  • ¿Qué tipo de mujeres acceden principalmente al sistema financiero? Jóvenes que están comenzando su vida laboral y adultas mayores.
  • ¿Cuál es el principal desafío para las mujeres en cuanto al acceso a productos financieros? La falta de historial laboral formal y barreras estructurales que limitan su capacidad para cumplir con los requisitos de otros productos financieros.
  • ¿Qué tipo de políticas se necesitan para una inclusión financiera real? Políticas que fomenten la autonomía financiera de las mujeres, mejorando sus condiciones laborales y reduciendo la desigualdad en las labores de cuidado.